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jueves, 17 de abril de 2008

DONNA SUMMER

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Ella es la incuestionable Reina de la Música Disco. Su apasionada voz dotó a sus discos de una personalidad distintiva, la cual fue frecuentemente imitada aunque nunca duplicada por sus compañeras divas de la música disco. Así mismo, elevó a nuevos niveles de inteligencia y ambición a la música disco al enlazar sus canciones formando álbumes conceptuales. Así, grabó una serie de sencillos y álbumes que definieron e innovaron el sonido disco. Cuando la música disco feneció, Donna Summer encontró su camino como superestrella internacional y comenzó a identificarse a sí misma como artista de música de baile. Hoy, cuando Summer celebra sus más de 30 años en el negocio de la música, puede mirar atrás a sus 14 éxitos en los 10 primeros puestos de las listas de ventas, cuatro exitazos número uno y álbumes con decenas de millones de ventas en todo el mundo.

Aquí está su historia, justo desde el principio:
Donna Andrea Gaines nació el 31 de diciembre de 1948 y creció en Boston como parte de una gran familia de cinco hermanas y un hermano. Su padre, Andrew, fue conserje, carnicero y electricista en distintos momentos de su vida; su madre fue una profesora de escuela, y la educación religiosa que recibió de sus padres le prohibió incluso llevar maquillaje.

Inspirada por la voz gospel de Mahalia Jackson, Donna dio sus primeros pasos en su carrera de cantante en la Iglesia Grant AME Zion, donde frecuentemente era la solista de la congregación. Incitada lejos del Señor por los músicos blancos de rock de Boston e influenciada por Janis Joplin y la Velvet Underground, se planteó una carrera como cantante y, como era frecuente en aquella época, también dirigió sus ojos sembrados de estrellas hacia los escenarios de Broadway.

Esta ambición la llevó a Manhattan y a una prueba para el exitoso musical Hair (Pelo) como suplente de Melba Moore. Dándose cuenta de que quizá nunca aparecería en el escenario a menos que Moore cayese enferma, Donna aceptó la oferta de un papel más pequeño (cantando la canción "White Boys" -"Chicos Blancos"-) en la versión para la gira alemana del espectáculo que empezaría en Munich.

Dado que su padre había sido destinado en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial y había aprendido el idioma, Donna decidió seguir sus pasos y establecerse en dicho país.

En 1972, mientras actuaba en Godspell, conoció a Helmut Sommer. Este rubio vienés era un compañero aspirante a actor que trabajaba a tiempo parcial como camarero en la popular discoteca de Munich llamada "Why Not?" (¿Por Qué No?). En poco tiempo quedó embarazada de su primera hija, Mimi, y aunque la pareja se casó en 1973, se divorciaron justo al año siguiente.

Mientras actuaba en Hair en Munich, Donna hacía una sesión de estudio de vez en cuando para conseguir dinero extra. Durante uno de esos bolos le presentaron a quien se convertiría en su Svengali y la haría una sensación de la canción internacional. El productor Giorgio Moroder, propietario de Oasis Records junto a su socio Pete Bellote, la contrató para cantar en una maqueta que estaban preparando en los estudios Musicland de Munich para el grupo Three Dog Night. Sin embargo, al escuchar su voz, rápidamente la ficharon y empezaron a buscar canciones apropiadas para mostrar su talento.

Una fuerza veterana en la escena musical alemana desde 1966 con su primera composición "Stop" ("Detente"), "Bla Bla Diddly" y el éxito de 1971 "Son of My Father" ("La Canción de Mi Padre") (en la cual Donna cantó en el coro), el italo-suizo Moroder convirtió a Donna en un exitazo europeo con sus tres primeros lanzamientos, "The Hostage" ("El Rehén"), "Lady Of The Night" ("Dama De La Noche") y "Virgin Mary" ("Virgen María"). "The Hostage" fue número uno en Holanda y Bélgica, alcanzó el número dos en Francia y se colocó entre los diez primeros puestos en España y Escandinavia. Pero ninguno de estos lanzamientos tuvo impacto en América. Moroder sabía que su primera grabación conjunta encaminada a las imprescindibles emisoras de radio americanas y británicas tenía que ser algo realmente especial, así que decidió escribir algo que evocara los tórridos temas que habían estado muy de moda durante los últimos años sesenta, tales como el controvertido dúo de Serge Gainsbourg y Jane Birkin "Je T'Aime... Moi Non Plus" ("Te Amo... Pero Yo No"). (Posteriormente, la misma Donna hizo una versión disco de esta canción en 1978).

El resultado fue el juguetonamente seductor "Love To Love You Baby" ("Me Encanta Amarte Cariño"), cuya letra Donna encontró tan embarazosa que tan sólo pudo cantarla en la oscuridad al grabarla por primera vez. En su lanzamiento europeo inicial, sin embargo, el sencillo sólo encontró público comprador en París. Pero Moroder rehusó darse por vencido con el tema y lo incluyó en un paquete de tres canciones que envió a Neil Bogart en Los Ángeles, donde éste estaba en proceso de crear un nuevo sello discográfico llamado Casablanca. A Bogart le encantó el tema "Love To Love You Baby" e inmediatamente sintió que podría convertirse en un éxito masivo si conseguía un montón de lo que él llamaba "escucha en la cama". El problema era que el corte duraba sólo tres minutos, así que Bogart le pidió a Moroder que extendiera la duración a una longitud más placentera.
Pocos habían traspasado el límite de ocho minutos con una canción pop, pero Moroder se metió de nuevo en el estudio y, con Donna en la oscuridad otra vez, ingenió una versión inédita de más de dieciséis minutos de la canción. Lo que era ligeramente sexy en su formato original se transformó en un tour de force hipnóticamente erótico, una obra magna de desenfrenado abandono carnal. Densamente orquestado y acentuando deliberadamente los golpes rítmicos, "Love To Love You Baby" invitaba a los bailarines a participar en el ritual sexual y después les mantenía cautivados hasta que empezaba de nuevo.

Conceptualmente genial, "Love To Love You Baby" era una fórmula que merecía repetirse. Esta canción no sólo amplió los límites de la pista de baile; era radiada tantas veces en su versión larga que estableció un precedente sintomático del espíritu de los años 70 del "todo vale". Los primeros indicios auténticos de la llegada de la revolución disco que había estado bullendo clandestinamente se hicieron sentir más allá de la subcultura apreciativa.

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